Arturo y su Fábula de Rico Mac Pato, Tío de Donald

Hoy compartimos un texto de Julio Corcuera García en donde la memoria familiar, la poesía y el afecto se entrelazan en un homenaje íntimo a Marco Antonio y Arturo Corcuera. Entre cartas cruzadas, versos fraternos y el recuerdo entrañable de la “Fábula de Rico Mac Pato, tío de Donald”, este escrito celebra la herencia artística, la complicidad entre hermanos y la poesía como espacio de vida, incluso frente al silencio y la ausencia:

Parecerá extraño lo que voy a contar, pero sin una explicación previa estoy seguro de que no se podría entender plenamente. Por el lado paterno, nuestra familia es extensa, mi padre tuvo nueve hermanos, todos ellos tocados por un don innato recibido del padre (mi abuelo); me refiero al Dr. Óscar E. Corcuera Florián (1885 - 1948), intelectual muy querido e inteligente, adelantado a su época. Mi padre, el poeta Marco Antonio, en su libro Apuntes para mis memorias (edición póstuma, 2019), refiriéndose a él, escribió:

«… El doctor Óscar Emetrio Corcuera de ascendencia huamachuquina, que luego de recibido de abogado en la Universidad Nacional de Trujillo (anteriormente denominada Universidad de la Libertad) accedió a la magistratura ejerciéndola hasta su muerte, pasando por los Juzgados de Contumazá, Chota, Fiscalía de Iquitos, Vocalía de Huaraz. El magisterio anuló sus dotes artísticos iniciados en la pintura, la poesía, la narrativa y el periodismo. ¿Estuvo ligado por algún vínculo intelectual con el Grupo Norte de Orrego, Spelucín y Vallejo, como lo estuvo Felipe Alva, Óscar Imaña, Francisco Lizarzaburo y tantos otros? Ha dejado muestras evidentes de su paso por la literatura: poesía, piezas de teatro, crónicas. Bastaría decir que fue creador y principal animador del semanario La Patria, que convirtió a Contumazá en el pueblo más enterado de la región, aún sobre ciudades formadas en la actividad intelectual. Por qué Dios permitió que nuestro padre cambiara su ruta por la simple e inútil rutina del derecho en la que pasó desapercibido no obstante haber sido un Juez con el 98% de sus sentencias confirmadas. Creemos que se perdió de figurar, por la limpieza de sus escritos, en la página blanca de la poesía peruana…».

Los nueve hermanos son Marco Antonio Corcuera Díaz (poeta), hermano mayor; Maruja, Óscar (pintor), Teresa (artista – natural y armoniosa cantante), Zoila (artista – sofisticada artesana), Carlos (periodista), Nelly (artista – natural y armoniosa cantante), Arturo (poeta), Anita y Consuelo Corcuera Osores. Todos ellos —como he dicho— tocados por un don artístico que los hacía a cada uno ser tíos inigualables.

En grupo familiar o solos, siempre nos visitaban en Trujillo. Cuando llegaban, nuestra casa se convertía en el recinto de una fraternidad sin igual. De igual manera, entre primos. Cada uno de los hermanos sobresalía con ese don heredado del abuelo. Nos hacían volar de alegría; por un lado, poemas; por otro, pintura, algunas crónicas periodísticas, música y canto; vale decir el arte rodeándonos por los cuatro costados. Marco Antonio, Celia y los hijos nos deleitábamos con su presencia y nos ponía muy tristes cuando tenían que retornar a sus respectivas ciudades. Mi padre aprovechaba cada instante para compartir con ellos sus creaciones poéticas y hacer planes de presentaciones y exposiciones.

En el poemario, El poeta espera respuesta, que publicara Marco Antonio el año 1988, se encuentra un poema dedicado a su hermano Arturo, titulado A mi hermano Arturo y en él hace una descripción poética muy bella del arte recibido del padre y cómo este se vincula con la creación poética de ambos.

 

A mi hermano Arturo

 

Pareciera que el tiempo y la distancia,

que el ancestro reúne y circunscribe,

nos hubiera otorgado la prestancia

 

heredada del padre que nos vive

y al darnos de vivir él se alimenta.

Río que en dos torrentes sobrevive

 

con una misma sed, y tan violenta

que no lo sacia nada ni desvía

y, más aún, lo encauza y acrecienta.

 

Río que en nosotros es Poesía

del amar que llevamos y traemos,

sin saber de quién es, si tuya o mía,

 

la parte del cantar que nos debemos;

pues al ser de los dos, ya sin medida,

en dulce condominio la tenemos.

 

Ella nos hace y hace que a la vida

y a la muerte nombremos con respeto.

A la muerte llegar, no es despedida:

 

nadie ha desentrañado su secreto.

La vida, en cambio, desenigma todo:

es simple, sin misterio, su alfabeto.

 

Es preciso alabarla de algún modo.

Su límite sin fin es el latido,

y su estancia el poema, nada y todo.

 

 

Mi padre compuso este poema muchos años antes de que sufriera una isquemia cerebral, que le imposibilitó la movilidad, el habla y la escritura, afectando prácticamente todo su ser. Por temas de tiempo y ocupaciones, su hermano Arturo no pudo dar respuesta a esta carta. Pasaron los años hasta que en el 2003 se publicó el poemario Cartas cruzadas, que contiene tanto la misiva de Marco Antonio como la tan esperada respuesta de su querido hermano Arturo. En esta puede percibirse el talento y la genialidad del autor del Noé delirante.

 

 

 

Carta a mi hermano Marco Antonio

 

Como si hubiera demorado el viaje,

adrede, preparando mi equipaje,

contesto, Marco Antonio, tu mensaje

 

con tardanza, escribiendo casi ausente:

ha pasado mucha agua bajo el puente

y siento que me fui con su corriente.

 

Nunca quise torcer el rumbo al viento,

nuestro destino está en el firmamento,

polvo de estrella somos y presiento

 

que volveremos al cosmos y a la tierra

(para hacer el amor y no la guerra),

hierba del monte, lluvia de la sierra.

 

Frente al ruido mundano y testarudo

opones tu silencio como escudo,

y mientras yo hablo solo tú estás mudo.

 

Escribe cuántas cosas tu mirada;

silente está tu mano quebrantada

y dice tanto aunque no escriba nada.

 

Parto a Valdivia, Concepción, Santiago,

y mientras viajo, escribo (siempre lo hago);

leo, converso, duermo, pido un trago.

 

Dormido en las almohadas de las nubes,

te sueño levitar entre querubes;

con nosotros estás cuanto más subes.

 

Da pocas ganas de volver al suelo

y más que caminar importa el vuelo

de quimeras que dan gozo y consuelo.

 

Nos ayuda a vivir saber que talas

en silencio todas las hierbas malas

mientras se oye el zumbido de tus alas.

 

Como se puede apreciar, se trata de un hermoso poema dirigido a Marco Antonio, quien se encontraba recuperándose lentamente de la hemiplejía, secuela de la isquemia cerebral, que lo encadenaba a la cama; por eso usa versos tan bien logrados como estos: … / Escribe cuántas cosas tu mirada; / silente está tu mano quebrantada / y dice tanto aunque no escriba nada. //….

Me viene a la mente el recuerdo de un detalle de cariño que tuvo mi tío Arturo para con nosotros sus sobrinos pequeños. Alrededor de los setenta, el diseñador gráfico y gran artista, Víctor Escalante, diseñó de un afiche muy lindo para su poema Fábula de Rico Mac Pato, tío de Donald, afiche que el tío tuvo la gentileza de obsequiarnos. Era tan lindo y hecho para niños, que tan pronto lo tuvimos lo pegamos en el cuarto, nada menos que en el punto medio entre la cama de mi hermano Paúl y la mía. Cada noche que mi padre pasaba al cuarto para desearnos las buenas noches lo leía y lo fuimos aprendiendo. Con el paso de los años, retiramos todos los afiches y dejamos las paredes en blanco; el afiche del tío Arturo corrió la misma suerte. Tuvimos mucha pena de perderlo y vergüenza de decirle que lo habíamos extraviado. Años después, su hija, nuestra prima Nadiana, se encargó, gracias a la magia de la tecnología, de hacerlo aparecer. Lo tenía en la galería de su página web https://www.arturocorcuera.pe/, donde su familia conserva todo su legado, (https://www.arturocorcuera.pe/wp-content/uploads/2025/01/Victor-Escalante-1-Afiche-Disenado-por-Victor-Escalante-Noe-Delirante-Fabula-del-rico-mac-pato-tio-Donald-scaled.jpeg). Te comparto el poema y el afiche, y con él este bello recuerdo.

 

FÁBULA DE RICO MAC PATO,

TÍO DE DONALD

 

Pato pata amarilla,

pato coupé

pato Ford

de acornetado claxon

prepotente.

 

Non el pato de Pekín,

non el pato golondrino,

non la oca silvestre.

 

Es Rico Mac Pato,

tío de Donald,

sombrero texano,

líder pato de occidente.

 

Ala que alardea,

nada urraqueando,

de yate en yate

zambulléndose en agua ajena.

 

Pato de disneylandia,

pato rico, pato

antipático de ruidosa

bocina: Mac Pa-to,

Mac Pa-to, Mac …

pato mentecato,

presto ansiamos verte

guisado en el plato.